Hace algo más de dos semanas salió a la venta La música del silencio, la última novela de Patrick Rothfuss, el autor de El nombre del viento y El temor de un hombre sabio.
Llevaba tiempo esperando con mucha curiosidad este libro, no ya solo porque los otros libros de este señor me hayan hecho disfrutar de principio a fin, ni tampoco porque la protagonista de esta historia no sea otra que Auri, la chica misteriosa que vive en los subterráneos de la universidad. No, lo que más me llamaba la atención han sido las continuas advertencias que el autor ha ido soltando durante las semanas previas a su estreno. Daba la sensación de tener miedo de publicarlo, de estar sacando a la luz algo muy alejado de sus otras novelas, por mucho que compartan el mismo mundo y personajes.
Ahora, después de haberlo leído, puedo decir que los temores del señor Rothfuss no eran infundados; La música del silencio es un libro muy poco convencional, un estilo de narración tremendamente arriesgado y algo que, en malas manos, podría haber sido un verdadero bodrio infumable. Por suerte, este experimento en las manos de Patrick termina brillando con luz propia.
Después de esta reflexión, no nos precipitemos demasiado. Cierto es que este formato es muy posible que no guste a todo el mundo, puede llegar incluso a desconcertar a más de uno. No hay aventuras, ni sorpresas, ni emociones, ni acción… por no haber no hay ni diálogos. Este libro no es para aquellos lectores ansiosos por saber qué pasara, sino para aquellos capaces de disfrutar de una lectura pausada y tranquila, de apreciar los detalles y dedicar un minuto a reflexionar. No se trata de leer para saber lo que le pasa a Auri, sino para conocer a la propia Auri, para descubrir su forma de pensar, compartir su particular visión del mundo y aprender de sus sentimientos.Y es que Auri es un ser único, es alguien que ha descubierto cómo funciona el mundo en realidad. Entiende la importancia de las cosas pequeñas, las emociones de los objetos inanimados, la forma correcta de hacer las cosas en su pequeño cosmos particular. No se puede participar en esta historia como espectador, hay que sumergirse en ella, convivir con Auri en la Subrealidad y ver el entorno como lo ve ella. No sabe lo que es el egoísmo, sencillamente se limita a vivir entre las sombras, ayudando a que las cosas funcionen por sí mismas, manteniéndose el orden en su pequeño mundo mientras busca un regalo a su amigo especial, aquel que le dio su nombre y que irá a visitarla al séptimo día.
Lo admito, es una historia extraña y con una narración muy particular, pero teniendo en cuenta que apenas ocupa 140 páginas, no llega a hacerse pesada en ningún momento, , de paso, nos ameniza la espera hasta que la tercera entrega de la Crónica del asesino de reyes, Las puertas de piedra, vea la luz.